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"El término ciudad alude desde nuestra contemporaneidad al concepto spinoziano de civitas; dice el entramado vital, el cuerpo político, el campo de condiciones necesarias para el despliegue de la existencia y sus transformaciones ineludibles. Por tanto no hace referencia ni a la polis griega, ni a la ciudad en un sentido habitual.

La noción de ciudad señala un campo de encuentros intensivos donde se actualizan tramas relacionales que nos nutren y nutrimos; a la vez, señala un emplazamiento, un bloque de espacio-tiempo múltiple: ciudad de muchas ciudades; y fuerza a un pensamiento en situación.

Sin duda, somos pobladores de estas tierras, Montevideo, Río de la Plata, del inmenso Sur, donde las ciudades pliegan campos y mares, montañas y ríos; lo conocido y elementos extraños, inusitados. Ciudades pobladas de tensiones, de conservadurismo y aperturas, de arraigos y desarraigos, donde algunos devienen seres migrantes, en traslado permanente. En su heterogeneidad las ciudades desenvuelve una movilidad infinita, fuerzan devenires, mutaciones afectivas; fuerzan el ejercicio de la rebeldía capaz de vislumbrar afectos alegres que posibiliten modalidades de existencia colectiva de respeto y apoyo mutuo."

- Annabel Lee Teles
EL PUEBLO QUE FALTA
Atlas cartográfico de una ciudad imaginada
¿CÓMO RESISTIMOS?
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Entrada
La tribu
Plato principal
Casa comunitaria
Postre
Museo Covid
El Atlas propone una cartografía abierta, regida por criterios propios, de límites semánticos difusos (a menudo rayando en obsesiones personales), siempre abiertos, a sucesivas ampliaciones de campo o contenidos.

El Atlas no es en ningún caso un catálogo. El catálogo propone una sistematización ordenada de un universo acotado a partir de unos criterios fijos previamente establecidos (de ahí, la frecuente crítica a determinados catálogos como “incompletos”). El Atlas, por el contrario, es por definición necesariamente incompleto, una red abierta de relaciones cruzadas, nunca cerrado o definitivo, siempre ampliable a la incorporación de nuevos datos o al descubrimiento de nuevos territorios. El Atlas constituye un Work in Progress stricto sensu.

No se lee un Atlas de manera secuencial, como un tratado o una novela; ni siquiera se lee desde una búsqueda sistémica, como se haría en un catálogo. La lectura del Atlas es abierta, adireccional, indeterminada: cada información, cada imagen, nos lleva a otras nuevas, a menudo de naturaleza muy diferente, y en cuyas correspondencias, lejos de basarse en analogías conceptuales o jerarquías semánticas, yacen a menudo profundas relaciones subconscientes, espontáneas, difíciles de determinar a priori. La lectura de un Atlas constituye una auténtica deriva situacionista.
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Atlas montevideano
18 de Julio esq. Julio Herrera y Obes
Cúpula del ex London Paris (1908)
“Esto será una película del conocimiento, sobre las distintas formas de conocimiento. Sobre si es posible otra forma de conocimiento.
Una película sobre la realidad, sobre las distintas formas de la realidad. Sobre si aún es posible otra forma de inventar la realidad y otra forma de habitar el mundo.
También, una película sobre la verdad, sobre si es posible otra forma de la verdad.
Y sobre el enseñar y el aprender, sobre sí otras formas de enseñar y de aprender son todavía posibles.

(...)

Sí aquí hay alguna historia, ellos (los estudiantes) serán sus actores.
Ellos, como nosotros, son habitantes de la universidad, del lugar del conocimiento. De un cierto conocimiento.
Del lugar de la verdad, de una cierta verdad
Del lugar donde se monta y se desmonta la realidad, el mundo
Una cierta imagen de la realidad, un cierto mundo

Ellos, como nosotros, vienen de un lugar en el que la realidad es una asignatura que se enseña y que se aprende
Y donde la verdad es un criterio de validación de lo que se dice y cómo se dice
Ellos, como nosotros, vienen de un lugar donde se habla una cierta lengua
La lengua de ese saber, de esa realidad, de esa verdad, de esas formas de enseñar y de aprender.”

Jorge Larrosa, Ensuciarse la lengua
(documental/lectura de la ciudad de Tirana)
Partimos de una premisa: para transformar lo social es necesario transformar la relación con el pensamiento, con el afecto y con el mundo desde la ineludible pregunta ética acerca del sí mismo y su lugar en esta trama de producción. La reconfiguración de una ciudad sensible se produce desde la construcción colectiva donde el orientador de este ejercicio es la experimentación de nuestras prácticas de hacer ciudad. Entendemos la ciudad como ese “campo de encuentros intensivos donde se actualizan tramas relacionales que nos nutren y nutrimos” (Annabel Lee Teles, 2018) que da lugar a la multiplicidad de tiempos y espacios donde se van produciendo entramados de afectos que componen y descomponen vida.

Apuntamos asimismo a situar la problematización, la experimentación y el acto creativo en el seno de la ciencia y de nuestras prácticas universitarias de enseñanza y aprendizaje. Se sostiene un modo de relacionarse con el estudio, con el mundo que coloca a la Universidad y orienta su producción de conocimientos hacia procesos críticos, creativos y situados. Asumimos el camino de comprender que el conocimiento que se produce en la Universidad y en el campo académico, es un cierto tipo de conocimiento que es necesario poner en interrogación y diálogo con otros modos de conocer y pensar. Consideramos la Universidad como una comunidad de prácticas que exigen ser constantemente montadas y desmontadas para evitar que la institución quede fijada en sí misma y reproduciendo reduccionismos de distinto orden. Desde esta perspectiva y siguiendo a Jorge Larrosa, la Universidad es un “lugar donde se monta y desmonta la realidad” (2015), a la vez que “es una asignatura que se enseña y que se aprende” (2015) y en la que se habla cierto tipo de lengua, aquella que según el autor es necesario poder ensuciar.

Afirmamos el esfuerzo de desplegar una vida colectiva, en tanto comprender y reconfigurar nuestras calles implica colocar la experimentación en el centro de nuestras vidas a la hora de habitar la ciudad. Con vida colectiva hacemos referencia al trabajo visible e invisible que realizan los conjuntos de materialidades y los diferentes modos de expresión de la ciudad, dentro de las que situamos el modo humano como una configuración heterogénea de composición relacional. Es por esto que entendemos necesario generar movimientos creativos en la ciudad que propongan dislocar todos aquellos esfuerzos por homogeneizar sus recorridos e institucionalizar la vida y los cuerpos, dando lugar a los afectos y a su análisis reflexivo, para así habilitar el despliegue de nuevas imaginaciones políticas que emerjan del encuentro.

Desde esta propuesta reconfigurar y cartografiar la ciudad sensible implica y conlleva un dislocamiento a nivel del pensamiento y de la dimensión metodológica y práctica para su estudio. Para ello es imprescindible estudiar y transformar las condiciones de posibilidad para la imaginación y el pensamiento. Este ejercicio exige que la psicología social trace un diálogo transversal y multidimensional en el que se entrelazan distintas dimensiones prácticas, analíticas, políticas, artísticas y filosóficas. Ello camina en el sentido de reconciliarnos con la multiplicidad que presenta la vida y sus movimientos de composición y descomposición. Es así que entendemos necesaria la generación de espacio-tiempos de conversación y de experimentación colectiva, crítica y creativa de la ciudad.

La construcción de un museo sensible y atlas cartográfico va en la dirección expresada anteriormente desde el momento que consideramos que su montaje nos permite poner en perspectiva las experiencias producidas desde la práctica de formación durante su proceso de trabajo en 2020, y que a la vez conlleva la potencia de poder abrir hoy la presente invitación a que otres participantes tomen contacto, puedan conocer, circular y transitar tanto a nivel material como conceptual las producciones que han emergido y emergen de este trabajo colectivo. Diseñamos un museo-atlas que se despliega para ser tocado y experimentado, vivido e interpelado para moverse en él, y registrar tanto las resonancias como los posibles movimientos que pueda generar en quienes lo experimentan.

Un museo sensible en este sentido, dialoga con la concepción de ciudad sensible y de Universidad como campo montaje de y desmontaje de la realidad; en esta dirección elegimos montar provisoriamente un museo-atlas como dispositivo poético de saber que realza la dimensión estética y afectiva del trabajo realizado y de la realidad considerada en términos rizomáticos; una realidad que se hace carne en el tejido heterogéneo de la vida en común y en las inquietudes y problemas que esta nos despierta. En este sentido es objetivo de la práctica realizada y de la actividad que nos convoca, apostar al ejercicio colectivo de pensamiento que nos abra nuevas posibilidades de producción. Para ello, presentamos las fases de trabajo que guiaron nuestro quehacer problemático y experimental: la necesaria experimentación de la ciudad, situar allí la creación de nuevas preguntas; practicar la desinstitucionalización de los problemas que se presentan como dados y forzar un pensamiento que apunte a la desprivatización de los afectos y de la vida en la ciudad.